La palabra "credo" significa "yo creo". Un credo es típicamente una breve declaración de fe que resume un conjunto de creencias cristianas acordadas. Vemos ejemplos de confesiones antiguas en la Biblia. El Shemá judío (Deut. 6: 4) fundamentó la identidad del pueblo de Dios en Dios mismo. Se pueden observar más fórmulas de credos en el Nuevo Testamento. (1 Corintios 15:3-4; 1 Timoteo 1:15, 3:16; Filipenses 2:5-11)
Los credos antiguos son contraculturales, y nos ayudan a enfrentarnos a generaciones de todas las épocas frente a las presiones culturales actuales para conformarnos. También establecieron límites teológicos, protegiendo a los creyentes de enseñanzas falsas.
Los dos credos más populares y de uso común del cristianismo occidental son el Credo de los Apóstoles y el Credo de Nicea. Ambos son credos antiguos que se remontan al nacimiento de la Iglesia. La Renovación de la Iglesia afirma ambos Credos.
Estos credos son tan antiguos y se han utilizado tan ampliamente en las denominaciones cristianas de todo el mundo, que es una de las cosas raras que une a todos los cristianos en una creencia común. Las palabras de estos credos nos vinculan con la Iglesia histórica en sus múltiples expresiones culturales y lingüísticas que se remontan a 2000 años.
En octubre de 1978, el Consejo Internacional de Inerrancia Bíblica patrocinó una conferencia en la que varios cientos de cristianos que representaban a 41 iglesias y 38 denominaciones cristianas se reunieron para estudiar, orar y deliberar sobre la infalibilidad de las Escrituras. Los delegados formularon la Declaración de Chicago sobre la inerrancia bíblica. Más de 300 evangélicos, incluido J.I. Packer, Francis Schaeffer, R.C. Sproul y Josh D. McDowell firmaron el documento.
La Declaración de Chicago contiene tanto una declaración breve como artículos de afirmación y negación. La declaración breve se incluye en este documento, siguiendo los dos credos a continuación.
Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra;
y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro;
que fue concebido del Espíritu Santo,
nació de la virgen María,
padeció bajo el poder de Poncio Pilatos;
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;
y desde allí vendrá al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Universal,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida perdurable. Amén.
Creo en un solo Dios Padre Todopodersos,
Creador del cielo y de la tierra,
y de todas las cosas visibles e invisibles;
Y en un solo Señor Jesucristo,
Hijo Unigénito de Dios,
Engendrado del Padre antes de todos los siglos,
Dios de Dios, Luz de Luz,
verdadero Dios de Dios verdadero,
Engendrado, no hecho,
consubstancial con el Padre;
Por el cual todas las cosas fueron hechas,
El cual por amor a nosotros y por nuestra salud descendió del cielo,
Y tomando nuestra carne de la virgen María, por el Espíritu Santo, fue hecho hombre,
Y fue crucificado por nosotros bajo el poder de Poncio Pilatos,
Padeció, y fue sepultado;
Y al tercer dia resucitó sugún las Escrituras,
Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos;
Y su reino no tendrá fin.
Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida,
pocedente del Padre y del Hijo,
El cual con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado;
Que habló por los profetas.
Y creo en una santa Iglesia Católica y Apostólica.
Confieso un Bautismo para remisión de pecados,
Y espero la resurrección de los muertos.
Y la vida del Siglo venidero. Amén.
Dios, que es la Verdad misma y dice solamente la verdad, ha inspirado las Sagradas Escrituras para de este modo revelarse al mundo perdido a través de Jesucristo como Creador y Señor, Redentor y Juez. Las Sagradas Escrituras son testimonio de Dios acerca de sí mismo.
Las Sagradas Escrituras, siendo la Palabra del propio Dios, escrita por hombres preparados y dirigidos por su Espíritu, tienen autoridad divina infalible en todos los temas que tocan; deben ser obedecidas como mandamientos de Dios en todo lo que ellas requieren; deben de ser acogidas como garantía de Dios en todo lo que prometen.
El Espíritu Santo, autor divino de las Escrituras, las autentifica en nuestro propio espíritu por medio de su testimonio y abre nuestro entendimiento para comprender su significado.
Siendo completa y verbalmente dadas por Dios, las Escrituras son sin error o falta en todas sus enseñanzas, tanto en lo que declaran acerca de los actos de creación de Dios, acerca de los eventos de la historia del mundo, acerca de su propio origen literario bajo la dirección de Dios, como en su testimonio de la gracia redentora de Dios en la vida de cada persona.
La autoridad de la Escrituras es inevitablemente afectada si esta inerrabilidad divina es de algún modo limitada o ignorada, o es sometida a cierta opinión de la verdad que es contraria a la de la Biblia; tales posiciones ideológicas causan grandes pérdidas al individuo y a la Iglesia.